La historia cuenta que fue en La Poma, una localidad salteña a 3 mil metros sobre el nivel del mar. Era mediados de los 60 en el Almacén “La Flor del Pago” (que aún existe) cuando ‘El Barba’, el poeta Manuel José Castilla, de visita en la zona en tiempos de carnaval, bebía unos vinos con su amigo músico y compositor inseparable, el “Cuchi” Gustavo Leguizamón, cuando ya caía la tarde. En un momento ingresó al boliche una muchacha joven, pastora de cabras de la zona, con la cara enharinada y su caja entre las manos.
Una de las costumbres típicas de nuestro Norte es hacer el “contrapunto” entre copleros. Una especie de payada, un “diálogo” musical (una suerte de duelo de inspiración) que se termina cuando a uno de los participantes se le agota la creatividad.
Eulogia Tapia, la joven coplera que andaba por los dieciocho años, comenzó con timidez el contrapunto con Castilla, hasta que éste no tuvo más que decir. Ganó ella. Salió entonces del localcito en busca de su caballo blanco para regresar a su casa.
Castilla quedó sorprendido y quiso conocerla mejor. Al día siguiente el poeta trepó a un tractor y fue junto a su compadre musical hasta el ranchito de adobe de los Tapia. Repitieron allí el contrapunto, en presencia de la mirada adusta del padre de ella, don Joaquín, y nuevamente la adolescente derrotó a quien ya era considerado un maestro de la poesía.
Hace unos años, Eulogia dio su versión: “Yo he bajado de mi casa al pueblo para cantar. Ahí armaban carpas durante carnaval y se juntaban todos. Yo llegué con mi caballo blanco, como dice la canción. El “Cuchi” y Castilla estaban también ahí cantando con sus guitarras. Éramos muchos hasta que empezaron los contrapuntos. La gente se fue yendo y yo me quedé sola con ellos dos en un duelo, hasta que les gané con una última copla que decía: “Esta noche va a llover / agua que manda la luna / mañana han de amanecer / como pato en la laguna.”
“Ellos me preguntaron qué quería por haber ganado y yo les dije que me hicieran una canción”, dijo. Aquel día nació la leyenda. “Su hija es excelente cantora, le haremos una zambita”, le aseguraron Castilla y su socio al padre de la joven.
Eulogia agregó sobre el día después: “Yo estaba con mi padre sembrando, entre la alfalfa, como dice el tema. También estaba el sauce, que está como llorando. Todo eso vieron ellos. Y cuando hablan de “por qué te roban Eulogia, carnavaleando” era porque me habían robado una chiva. La canción recién la escuché como un año después en la radio. No me lo he creído al principio que hablaba de mí. Después me llenó de emoción.”
En otra entrevista, la pomeña más famosa aclaró: “Ellos –por el Cuchi y Castilla – vinieron una vez al carnaval y nunca más volvieron. Al año o a los dos, alguien me avisó: ‘Eulogia, la están nombrando en la radio’. Mi mamá escuchó y me dijo que era yo (“¡Eulogia, te han hecho una zamba!”). Me gusta la canción porque cuenta cosas que son ciertas. Cuando dice ‘el trigo que va cortando madura por su cintura’, se refiere a mi trabajo de entonces. También nombran al caballo blanco que yo tenía”.
“La Pomeña” (letra de Castilla y música de Leguizamón) fue grabada y registrada en abril de 1969. La primera interpretación que se difundió fue la del Dúo Salteño. A pesar de la infinidad de versiones conocidas (hasta de artistas internacionales de diversos géneros), la más popular, la que recorrió el mundo convirtiendo a esta zamba en la más célebre de todo el repertorio folclórico argentino (“y la más linda”, según Tapia), es la de Mercedes Sosa. Su voz y la poesía sublime quedaron inmortalizadas. “Cuando yo me muera, sé que la Zamba va a quedar”, dijo Eulogia alguna vez.
Eulogia Tapia se casó con Avilo y tuvieron dos hijas. Actualmente sigue viviendo con su esposo en la zona, algo alejada del pueblo, en una casa de adobe amplia y alquilada. Llevan 49 años juntos. Sigue trabajando en el campo, ordeñando, pastoreando el rebaño, sacando agua de una acequia y disfrutando de sus siete nietos.
Dice a sus 77 años la legendaria Ciudadana Ilustre y Patrimonio Artístico Viviente de La Poma: “Soy feliz acá en La Poma. Tengo mis chivitas, tejo de vez en cuando y con mi esposo siempre sembramos algo”.