Llora el monte chaqueño la muerte del wichi inglés
John Palmer, el antropólogo y etnógrafo inglés que se hizo wichi, formó una familia con seis hijos y trazó una huella imborrable en el Chaco salteño.
Hoy cumpliría los 70 años, pero la muerte caprichosa lo arrancó del monte chaqueño cinco días antes de su cumpleaños y dejó al norte wichi llorando su partida. Los wichis lo adoptaron como propio cuando llegó de Inglaterra a los 21 años y quedó hechizado por la cosmovisión rica, misteriosa e inabarcable del indigenismo norteño. John Palmer, el antropólogo y etnógrafo inglés, será eterno. Llegó a la Argentina en los ’70 para estudiar la cultura wichi. Cuando terminó su tesis doctoral en Oxford (Inglaterra), regresó a vivir en comunidad al Chaco salteño. El kilómetro18 de la ruta 86, en la comunidad Hoktek T’oi (Lapacho Mocho), fue su casa. Ahí Palmer era un indígena más, respetado y querido, pues consideraba a los wichis sus maestros y se hizo uno con ellos.
Fue docente de las carreras Tecnicatura y Licenciatura en Comunicación Social, en la Universidad Nacional de Salta, sede regional Tartagal. Escribió el libro tesis “La Buena Voluntad Wichi, una espiritualidad indígena” (2005), y fue protagonista del documental “El Etnógrafo”, del cineasta Ulises Rosell (2012).
Palmer dominaba la compleja lengua wichi con maestría, también el español. Formó una familia con la wichi Tojweya, con quien tuvo cinco hijos varones y una niña.
Desde Ingeniero Juárez, Formosa, cuenta Eleuterio Toribio, un wichi amigo de Palmer, que “en 1975 cae en San Andrés, departamento Ramón Lista, Formosa, un joven inglés de aproximadamente 25 años de edad cuyo castellano era pésimo, sin embargo con la ayuda de mímicas se hizo comprender. Le cuenta a la gente que es antropólogo recibido de la Universidad de Oxford, Inglaterra. Con el pasar de los días, el joven se interesa por estar en una comunidad donde se practicaba aún el chamanismo, la religión ancestral de los wichi. Así se traslada a Pozo Algarrobo (fwaayuk fwaj) distante a unos 30 kilómetros al oeste de San Andrés. En aquella comunidad se hace amigo de Kayates, un chamán muy respetado donde pasó los primeros años experimentando el mundo wichi. Regresa a Inglaterra por problemas de salud, pero vuelve y se instala en Tartagal, Salta, donde comparte ciertas prácticas ancestrales del chamanismo con la gente del lugar. Así lo escribe en el libro “La Buena Voluntad Wichi”, una obra cuyo prólogo fue escrito por el Padre Francisco Nazar, y es una recopilación de la situación geopolítica del departamento San Martín en Salta y la transcripción de relatos sobre algunos cuentos trascendentales del mundo wichi además del relato de Tokfwaj, prototipo nuestro de sus hazañas y capricho de un hombre curioso que ante la ignorancia siempre le sale un martes 13. Un libro que según nuestra idiosincrasia está más cercano a la cosmovisión indígena en cuanto al relato. Me trae a la memoria el libro “El aprendiz del chamán” de Mark J. Plotkin. Gracias John Palmer por tu literatura, nos has puesto en la boca de la sociedad. Vuela alto: Atamsek ihi, Descanse en Paz”.
Palmer se radicó definitivamente en el departamento San Martín en la década del ’90, con su esposa de la etnia wichi y sus seis hijos. En los últimos años residían en Tartagal, donde era profesor de la Universidad Nacional de Salta. El año pasado su salud se vio gravemente afectada, por lo que sus colegas académicos lanzaron una colecta para su tratamiento en Salta capital. Su muerte caló hondo en el ámbito académico. La Facultad Regional Multidisciplinar Tartagal de la UNSa decretó asueto académico y administrativo ese día, en señal de luto por el doctor en Antropología, docente de las carreras Tecnicatura y Licenciatura en Comunicación Social; a cargo de la asignatura “Antropología y Problemática Regional”
Las redes sociales se llenaron de melancolía por la partida de este hombre tan singular, capaz de elegir lo impensable. Su amiga Alba Silva compartió fotos con él y escribió en Facebook: “Una persona extraordinaria, John Palmer, inglés, wichi, se fue pero su paso por esta vida iluminó todo. Estudioso, impaciente con los ‘blancos’, de pésimo carácter, dueño de un castellano perfecto y defensor recalcitrante de los derechos de los pueblos indígenas, deja la vara muy alta. Adiós Watlahen, gracias por tu vida. Acá nos quedamos llorándote”.
Una vida de película…
En una entrevista, Ulises Rosell, el director del documental “El Etnógrafo”, que tiene como protagonista a Palmer, cuenta que “el filme se centra en John Palmer, un antropólogo británico que en un momento de su vida dejó todo para irse a vivir a una comunidad wichi, casarse y tener familia allí, y dedicarse a asesorar legalmente al pueblo. Empecé a trabajar por la zona del Chaco profundo a partir de una serie de televisión para el canal Encuentro, interesado en el tema de los pueblos originarios. Y me fui acercando cada vez más al tema. Conocí a John y dije: “Acá hay una película”. Y como los programas que hacía eran de finalidad educativa, me pareció que había muchas cosas de su vida que daban para un documental”.
Señalaba entonces Rosell que “Palmer pegó un volantazo enorme al venirse a vivir con los wichis. El segundo fue casarse con una mujer de la comunidad y tener hijos con ella. Es mucho más joven que él. Se enamoró de ella y tuvieron seis hijos seguidos. Su casa es una Babel moderna, porque ellos viven en Tartagal, los chicos van a una escuela en la que hablan castellano, y aparte hablan wichi y también inglés. Los acompañamos en un viaje a Vertientes, que es un pueblo en el Chaco profundo donde vive la familia de su mujer, que están en el centro de la cultura wichi, muy alejados de todo. El viaje es, para mí, el corazón de la película El Etnógrafo”.
Fuente: diario El Tribuno , Salta