Buscando retomar la iniciativa perdida, Israel realiza continuos bombardeos que machacan infraestructura civil y llevan asesinadas más de 300 personas en Gaza, al mismo tiempo que cortan el suministro electrico, el combustible y todo el tránsito de mercancías hacia la misma. Sin embargo, siguen los combates dentro del actual territorio israelí circundante a la Franja de Gaza y se abren nuevos frentes de enfrentamientos con Hezbollah en la frontera con el Líbano, con tiroteos en varias ciudades de Cisjordania y con ataques a israelíes en Egipto, agregándose a ello aglomeraciones en el principal aeropuerto israelí, Ben Gurion, de gente en busca de salir lo antes posible del país. Por Leo Rodríguez para ANRed.
Lo dramático de la nueva e imprevisible situación abierta en Medio Oriente no puede ocultar el principal dato novedoso: la operación de Hamás “Inundación de Al-Aqsa” es ya un enorme y notable triunfo de la resistencia palestina que modifica sustancialmente la situación en la región, al poner un elemento clave de la guerra, “la iniciativa”, en disputa. A su vez esta operación ya cumplió lo que verosímilmente eran sus principales objetivos: no controlar ciudades ni entablar batallas directas con el ejército israelí sino más bien provocar un duro golpe moral a Israel, provocar grandes pérdidas a las fuerzas de seguridad israelí en miembros y equipos, y tomar rehenes para intercambiarlos por los miles de presos políticos palestinos en las cárceles de Israel.
En sí misma la operación muestra una gran capacidad de Hamas para cumplir con la escala de los preparativos necesarios para una operación del tipo “ofensiva general” (acumulación y organización de una diversidad de armas, tropas, informática, contrainteligencia). Lo necesario para romper la línea de defensa en forma de frontera, disparar numerosas células autónomas hacia la retaguardia israelí, distrayendo y sembrando el pánico en las carreteras, destruir las comunicaciones, capturar y/o eliminar a los israelíes. Las cifras son contundentes: más de 700 muertos, más de cien rehenes, una incertidumbre generalizada sobre la seguridad estatal en bastos espacios limítrofes a Gaza y en los barrios de colonos en Cisjordania, sintetizan un golpe inédito en los últimos 50 años para Israel.
Es muy difícil que ello no incline la balanza dentro del pueblo palestino, para poner como su principal conducción interna a la vía de acción directa de Hamas, en reemplazo de la vía promovida por la OLP en las últimas cuatro décadas, es decir los pactos institucionales con EEUU y el Estado de Israel. Las alianzas de la OLP con el llamado “progresismo occidental” no ha dado frutos, más allá de la firma -inconducente- de los tratados de Oslo de 1994 entre Arafat y Rabin. Las alianzas que encabeza Hezbollah con Irán y se traslucen en el apoyo del mismo Irán y de Qatar a la acción de Hamas, venían mostrando mayor eficacia para un poder palestino que recupere su territorialidad. Hamas y Hezbollah (además de grupos menores como la Yihad) parecen estar tendiendo puentes entre sí, mientras la OLP y su Autoridad Nacional Palestina se hunden en la impotencia.
Por el lado de Israel, el gobierno salió previsible y obligadamente a prometer “las siete plagas”. Sin dudas tiene armamento con mayor poder de destrucción que el pueblo palestino. Pero por el momento sólo ha podido golpear “al montón”. Al mismo tiempo Netanyahu llama a formar un gobierno de “Unidad Nacional” incorporando a sectores de la derecha hoy fuera de su gobierno e incluso a un gobierno de “Concentración Nacional” en el sentido de agrupar a todos los partidos, excepto los grupos árabe-israelíes. En estos momentos se están dando pasos en ese sentido, lo que sería una tabla de rescate para un gobierno donde la mayor parte de la población se viene manifestando contundentemente una vez por semana en contra del mismo, a quien consideran que está acabando con la democracia israelí, por medio de la reforma judicial.
Otra medida adicional de hoy mismo es el permiso para portar armas para todo ciudadano que no tenga condena penal y que no resida en barrios de mayoría árabe. Es una medida que va en línea con la doctrina estatal del “pueblo en armas”, muy arraigada, milenariamente, en la historia del pueblo hebreo. Sin embargo, hay que ver cómo resulta en la actual situación concreta en ese país.
Finalmente, Israel sigue contando, hay que recordarlo, con el favor de los estados del “primer mundo occidental”, EEUU en primer lugar. Este domingo, Biden ordenó que la principal flota de su país en el Mar Mediterráneo se dirija la costa de Israel, así como la flota de aviones F-16 y F-35 con que cuentan en la región. También prometió enviar miles de millones de dólares de inmediato, así como armamento. Queda por ver si ello no chocará con los suspendidos envíos de dinero y armas a Ucrania, bajo la actual suspensión del presupuesto federal de EEUU.