En la primera campaña con el trigo HB4 liberado para su cultivo y comercialización, el evento transgénico de Bioceres enfrenta resistencias por el “riesgo comercial” que representa para las exportaciones y cuestionamientos por sus magros rindes frente a las variantes tradicionales. El Poder Ejecutivo y Judicial miran al costado ante los riesgos que representa para la salud y el ambiente.
La siembra para la campaña 2023/2024 de trigo es la primera en Argentina que puede utilizarse, sin restricciones, el trigo HB4 de la empresa Bioceres, el primer evento transgénico en el mundo para este cultivo y resistente al glufosinato de amonio, un herbecida más tóxico que el glifosato. Sin embargo, el cultivo transgénico elaborado por la empresa biotecnológica, con el respaldo del Conicet, sigue encontrando resistencias en el corazón del agronegocio. Con la siembra en marcha, la Cámara de la Industria Aceitera y el Centro de Exportadores de Cereales (Ciara-CEC) anunció que rechazará cualquier evento transgénico de este cultivo para los embarques de exportación, mientras que un estudio independiente hecho por la asociación CREA (Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola) sobre los rendimientos del HB4 concluyó que no se destacó por sobre las variantes tradicionales.
“No existen cambios en las condiciones de comercialización de trigo argentino, las cuales se mantienen libres de presencia de variedades que contengan eventos genéticamente modificados”, sentenció Gustavo Idígoras, presidente de la Ciara-CEC, en una carta de advertencia a los productores para la siembra trigo. No se trata de una cruzada de las cámaras contra los transgénicos o el uso de agroquímicos, las exportaciones de soja y maíz se sostienen en base a ese modelo e Idígoras es un ex ejecutivo de Monsanto-Bayer que impulsa su profundización con la demorada Ley de Fomento a la Agroindustria. El rechazo de las cámaras se trata de una limitación comercial impuesta por los países importadores.
“Si bien existen avances en procesos de desregulación en distintos países del mundo de eventos biotecnológicos, ningún comprador de trigo argentino ha modificado la condición de libre de OGM (Organismo Genéticamente Modificado)”, precisó el titular la cámara de exportadores y subrayó que “toda mercadería que no cumpla esta condición será motivo de rechazo, así como de reparación económica por posible daños comerciales o logísticos”.
La posición de Ciara-CEC también es acompañada por la Federación de Acopiadores. Ambas entidades presentaron demandas judiciales durante 2022 para que el Poder Judicial frenara la liberación del trigo HB4. La cámara de exportadores —que reúne multinacionales como Bunge, Cargill, Cofco, Viterra, y empresas locales como Molinos Río de la Plata, AGD, y la Asociación de Cooperativas Argentinas— sostenía en su demanda que las resoluciones por las que el Gobierno autorizó el evento transgénico no cumplieron con la exigencias de transparencia y participación ciudadana, pero sobre todo marcan “el riesgo comercial”. “El dictamen técnico de la Subsecretaría fue lapidario respecto al riesgo comercial que entraña la liberación comercial del trigo HB4”, había argumentado Ciara-CEC.
El trigo HB4 fue aprobado en primera instancia por la Resolución 41 de la Secretaría de Alimentos, Bioeconomía y Desarrollo Regional de la Nación, en octubre de 2020, condicionado por la aprobación comercial en Brasil, principal comprador. En noviembre de 2021, la Comisión Técnica de Bioseguridad de Brasil (CTNbio) autorizó la harina, pero no la semilla, y como efecto dominó Bioceres consiguió también que el evento fuera autorizado en Australia y Nueva Zelanda. Luego se sumaron otros países como Indonesia, Sudáfrica, Nigeria, Estados Unidos y Colombia. Con esos antecedentes, el entonces Ministerio de Agricultura —encabezado por el ministro Julián Domínguez— completó la liberación del trigo HB4 en la Argentina a través de la Resolución 27/2022.
A pesar del rechazo de las cámaras exportadoras y los acopiadores, Bioceres avanzó con la siembra de su evento transgénico en el país —incluso antes de su aprobación definitiva— a través de un sistema cerrado con 40 productos de entrega. A fines de febrero pasado, en un evento para a prensa, la empresa confirmó que la producción de trigo HB4 está siendo procesado por 25 molinos harineros.
Esto significa que el trigo transgénico está llegando a las mesas de los argentinos sin posibilidad de controlar qué productos lo contienen, debido a que no existe una ley de etiquetado de transgénico y la liberación otorgada por el Gobierno fue sin restricciones. Una restricción que la Ciara-CEC sí quiere hacer cumplir para los países que importan el trigo argentino.
Los rendimientos del trigo transgénico bajo la lupa
Con el trigo HB4 liberado para su producción, la Red de Ensayos de CREA —asociación que reúne a más de 2.000 empresas agropecuarias— analizó los rendimientos del evento transgénico. Hasta el momento, solo se conocían los números ofrecidos por la propia Bioceres. Según el estudio de la Red de Ensayos “Mar y Sierras”, que abarca el sudoeste de la provincia de Buenos Aires, el rendimiento del HB4 en lotes donde los rindes son de 4.000 kilos por hectárea, fue solo del dos por ciento mayor que las variantes tradicionales en la campaña 22/23.
El trabajo realizado por el ingeniero Jorge González Montaner —que debe tomarse como preliminar al tratarse de estudios sobre una sola campaña— comparó la variedad de trigo Iruya HB4 con la Iruya y otras variantes tradicionales utilizadas en las zonas de Azul, Balcarce, Miramar y Tres Arroyos, zona triguera por excelencia.
Un dato relevante del estudio preliminar son las condiciones de “sequía extrema combinada con heladas” que describe Montaner y son conocidas por todos, pero que adquieren importancia frente a un evento que se publicita como “resistente a la sequía” —a partir de un gen de tolerancia investigado por la Raquel Chan, del Conicet y la Universidad Nacional del Litoral—.
“La variedad Iruya HB4 tuvo un aumento de rendimiento promedio de los sitios evaluados de nueve por ciento (275 kilos por hectárea) sobre Iruya. Sin embargo, este aumento de rendimiento fue únicamente significativo estadísticamente (al cinco por ciento) en el sitio La Totora, en Miramar”, precisa Montaner en el informe.
El coordinador de la región Mar y Sierras de CREA resaltó que, exceptuando ese rendimiento en una localidad en particular, “no se observaron diferencias de estructura de canopeo, altura de plantas o número de espigas entre el HB4 y el testigo”. Además, en la comparativa del HB4 con las variedades utilizadas tradicionalmente en la zona “no se destacó respecto de las mismas”.
“Se demostró un efecto del aporte de la tecnología HB4 cuantificable sólo en ciertas condiciones. Sería menester trabajar sobre materiales de mejor adaptación zonal, buscando interacciones de mayor expresión genética-evento”, concluye Montaner.
La agroecología como respuesta a una amenaza para la salud y el ambiente
Sin diferencias al momento de los rendimientos económicos la pregunta que surge, incluso bajo la lógica de la pura rentabilidad, es por qué incorporar el primer trigo transgénico del mundo con los riesgos para la salud y el ambiente que conllevan su resistencia al glufosinato de amonio. Además de contar con experiencias —estudiadas por la Chacra Experimental-Barrow del INTA— que prueban que se pueden producir, con rindes similares y mayor rentabilidad, trigo de forma agroecológico: sin transgénicos ni agroquímicos.
El Instituto de Salud Socioambiental (InSSA) de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario, anoticiado de que el trigo transgénico ya es procesado por molinos harineros y se mezcla con harina convencional, emitió un comunicado: “Se trata de un hecho de gravedad inusitada desde el punto de vista de la salud pública”.
“Hasta la fecha no se han publicado en revistas científicas internacionales, libres de conflictos de interés, trabajos de investigación desarrollados por equipos independientes y no ligados a los intereses comerciales de los impulsores de este evento transgénico, que hayan podido demostrar la inocuidad de la ingesta periódica del trigo HB4 en mamíferos”, advirtió el InSSA.
El Instituto resaltó que el glufosinato de amonio carga una toxicidad sobre el ambiente y la salud que ya ha sido demostrada en numerosos trabajos científicos y se ha evidenciado que no se degrada sino que hasta es posible detectarlo en ultraprocesados. Por otra parte, el comunicado del InSSA indicó que “la tecnología transgénica del HB4 está asociada a la presencia de un Gen BLA, vinculado a la resistencia a los antibióticos betalactámicos”.
Desde el InSSA se solicitó la intervención inmediata del Poder Ejecutivo para que prohíba la utilización del trigo HB4 en harinas para consumo humano. En paralelo, el Poder Judicial tampoco acciona para proteger el derecho a un ambiente sano: la Cámara de Apelación en lo Contencioso Administrativo de Mar del Plata revocó en marzo pasado una cautelar que había prohibido el avance del cultivo transgénico en Buenos Aires, decisión apelada ante la Corte Suprema por el abogado Fernando Cabaleiro, y continúa sin resolverse la causa conocida como “Fany Giménez”, que exige la suspensión de todos los cultivos transgénicos.
FUENTE: agenciatierraviva.com.ar