Cada año, la tarde del 11 de septiembre, miles de personas se acercan al Estadio Nacional para encender una vela en memoria de los asesinados y desaparecidos.
A la primera “velatón” que el Estadio Nacional de Santiago de Chile acogió para rendir homenaje a las víctimas de la dictadura de Augusto Pinochet, una vez llegada la democracia a principios de los 90, los asistentes no superaban la treintena. Así lo recuerda Mabel Rodríguez, de 59 años, que la tarde de este lunes participó, como cada año, al acto de memoria por los 50 años del golpe de Estado celebrado en este recinto deportivo. “Hoy, más de tres décadas después, somos una multitud de gente”, dice a ElDiario.es.
“Vengo siempre porque, aunque algunos quisieran tapar esa memoria, cada año se sana un poco más la herida”, añade Rodríguez, que en ese lugar recuerda el año de clandestinidad de su padre, sindicalista, a quien “solo podía ver de lejos para saber que estaba vivo”, o como con 9 años, el 11 de septiembre del 73, los militares sacaron a sus profesores de la clase “arrastrándolos por el pelo” y nunca más los volvió a ver.
El Estadio Nacional fue el mayor centro de detención y tortura que existió en Chile durante el régimen, por donde pasaron cerca de 20.000 prisioneros entre septiembre y noviembre de 1973. Hoy, pero, es uno de los sitios de memoria más icónicos de la capital.
Cada año, la tarde del 11 de septiembre, miles de personas se acercan al lugar para encender una vela en memoria de los asesinados y desaparecidos. El espacio ofrece también música, conciertos de los principales grupos de música popular y performances de todo tipo. En esta edición, la conmemoración de los 50 años ha multiplicado la afluencia de gente que quiere recordar. Según los asiduos al evento, este es el año con más participación. La organización la cifró en 60.000 personas.
“Este es un punto de reencuentro para la memoria, la lucha y para que se sepa lo que pasó, que muchos quieren esconder bajo la alfombra”, dice Constantino, de 56 años, que fue detenido por el régimen.
Un acto oficial con la marca de Boric
Durante la mañana, en La Moneda tuvo lugar el acto principal del Gobierno, encabezado por el presidente, Gabriel Boric, y al que asistieron los expresidentes chilenos, varias autoridades e invitados internacionales como el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador; el de Colombia, Gustavo Petro; el boliviano Luis Arce; el uruguayo Luis Lacalle y el primer ministro de Portugal, António Costa. Desde España llegaron el expresidente Felipe González y el juez Baltasar Garzón, muy querido en Chile por impulsar la detención de Pinochet en Londres.
“Que nunca más la violencia sustituya el debate democrático. Desde Chile, decimos hoy democracia siempre”, expresó Boric, el primer mandatario de la democracia que no vivió el golpe, en un emotivo discurso. En una clara alusión a la ultraderecha y a la derecha tradicional, que se ausentaron de la ceremonia tras varias semanas de polémicas por instalar su versión del pasado reciente, señaló: “La reconciliación no pasa por empatar la responsabilidad de víctimas y victimarios”.
Antes de Boric, fue la senadora Isabel Allende, hija del expresidente, quien tomó la palabra. Visiblemente emocionada, recordó la “serenidad y sentido de dignidad” de su padre en su último día. “La memoria es el primer paso para llegar a la verdad, pero necesitamos mucho más para alcanzar la justicia y para asegurar la no repetición de ese día”, dijo.
A las 11:52 llegó otro de los momentos más emocionantes: se guardó un minuto de silencio justo a la misma hora que medio siglo atrás había empezado el bombardeo contra La Moneda que acabó con el suicidio del exmandatario. “¡Compañero Salvador Allende! ¡Presente, ahora y siempre!”, gritaron algunos de los asistentes tras agotarse el tiempo.
El sello de Boric en la ceremonia se plasmó con un guiño particular a las mujeres y a los pueblos indígenas. El acto abrió con la interpretación de la “cueca sola”, una variante del baile nacional que se danza en pareja, pero interpretado por madres y hermanas de detenidos desaparecidos que bailaron solas con una foto de la persona ausente. También se escucharon unas palabras en mapudungún, idioma del pueblo mapuche, de la boca del poeta Elicura Chihuailaf (Premio Nacional de Literatura 2020).
Plan de búsqueda y compromisos democráticos
El presidente llevaba varias semanas trabajando con la vista puesta en el 11 de septiembre y su conmemoración. Primero anunció, para el Día Internacional del Detenido y Desaparecido, un inédito plan que por primera vez dejará en manos del Estado la búsqueda de los desaparecidos durante la dictadura. “El Estado los hizo desaparecer y el Estado debe hacerse cargo de saber dónde están”, insistió Boric durante la ceremonia.
Según las últimas cifras oficiales, el régimen dejó más de 40.000 víctimas, entre ellas al menos 3.200 opositores asesinados, de los que 1.469 fueron víctimas de desaparición forzada. De éstas, hoy falta encontrar a más de mil.
Además, durante la semana pasada logró poner de acuerdo a los cuatro expresidentes chilenos vivos (Eduardo Frei, Ricardo Lagos y Michelle Bachelet, por parte de la centro-izquierda, y Sebastián Piñera, por la derecha) para firmar un compromiso por la democracia y los derechos humanos, en la antesala del aniversario. No tuvo la misma suerte con los partidos de oposición, que se negaron a suscribir un manifiesto simbólico que llamaba a “la democracia siempre” y al que sí se adhirieron Petro, López Obrador, Costa y otros mandatarios extranjeros que no estuvieron presentes en el acto, como el presidente español, Pedro Sánchez; Luiz Inácio Lula da Silva de Brasil; o Guillermo Lasso de Ecuador.
“Ese compromiso puede parecer poco, pero para los tiempos que corren no lo es, es importante en la medida en que sea asumido transversalmente por quienes legítimamente pensamos distinto”, dijo Boric. “Sólo de esa manera podremos cuidar la democracia”, agregó.
La conmemoración de los 50 años ha estado marcada por una fuerte polarización entre la clase política chilena, que se disputa el relato histórico de los hechos. Más allá de las ausencias a los actos oficiales, la polarización llevas meses expresándose en el Congreso. Este día 11 no fue la excepción: parlamentarios de derecha aprovecharon para criticar a Allende durante su homenaje en la Cámara de Diputados.
La novedad del 11 de septiembre de este año, más allá de los eventos oficiales y tradicionales, fue el acto del domingo en la noche en el que miles de mujeres rodearon La Moneda vestidas de negro, en silencio y con una vela. Contra todo pronóstico, la convocatoria de las organizaciones feministas y de derechos humanos fue masiva. En poco más de una hora las mujeres crearon una postal solemne y conmovedora bajo la consigna de “Nunca Más”: La Moneda en silencio y miles de luces encendidas a su alrededor.
FUENTE: Un Chile polarizado conmemoró los 50 años del golpe de Pinochet: “Algunos quisieran tapar esa memoria” – elDiarioAR.com