Septiembre es el mes de la prevención del suicidio a nivel mundial, y en el Barrio Matadero de la ciudad termal se puede ver el acuciante desgaste del tejido social: En los últimos tres meses son ocho los casos de intentos de suicidios, entre ellos de gente joven. De los mismos se pudieron evitar 4 gracias al aviso y a la prevención de los vecinos.
Debido a la marginalidad y la vulneración social, la pobreza, la pérdida de trabajo y de seres queridos, el mismo aislamiento social que se dio en pandemia, la falta de salud mental, la depresión y el abuso hoy estamos hablando de un panorama difícil para los jóvenes de nuestra ciudad, sin distinción de clases sociales.
La directora del SIAPA en Sáenz Peña, Andrea Mustafa nos introdujo en el tema desde el punto de vista psicosocial. En este momento de la vida -la adolescencia- y teniendo en cuenta el contexto social, “para los chicos y las chicas es todo o blanco o negro, o vida o muerte, o me sale como yo quiero o me quiero morir”.
Los pedidos de ayuda y el trabajo comunitario resultan determinantes en la prevención. El trabajo en los clubes y las iglesias son baluartes para la contención social de esta franja etaria que carga presiones cada vez más al ritmo de una difícil y vertiginosa realidad sistémica y global.
“Los adolescentes no tienen toda la experiencia de vida que tiene un adulto y es difícil ver la salida, por ello es importante pedir ayuda”, destacó la psicóloga y agrega que en el SIAPA una vez por semana se trabaja con equipos interdisciplinarios con diferentes tipos de abordaje en diversos factores que hacen al intento del suicidio.
Por otro lado, el trabajo comunitario se suma al profesional: Este 21 de septiembre, día de la primavera y del estudiante, se realizó una fiesta en el barrio protagonizada por “Jóvenes en acción” de una iglesia evangélica domiciliada en el lugar. Allí se coronó el trabajo que se viene llevando a cabo durante todo este tiempo, para “mostrar que hay colores, medios, vida y salidas”.
En el evento se dieron a conocer las ideas de estos chicos y chicas de la ciudad que se entregan al cuidado y la prevención de sus pares como así también diferentes testimonios. Son alrededor de 45 jóvenes, en su mayoría mujeres, que a través de la coordinación de la adolescente Delfina Ángeles Benavide están trabajando para contrarrestar los efectos del evidente desgaste del tejido social.
“Con el dinero de la beca solo me pude comprar uno de los tantos libros que necesitaba para cursar mis estudios en la universidad”. Delfina nos cuenta que el dinero no alcanza y muchas veces es una de las causas por las cuales los jóvenes llegan a este tipo de conductas.
Con respecto a los cuestionados planes sociales y las AUH hace referencia a la experiencia de personas que ella conoce en el barrio: “No alcanza el dinero para tener bien a los niños de la familia, y las becas universitarias son insuficientes”.
Son varios factores los que interpelan a la sociedad saenzpeñense. Frenar la deshumanización de las diferentes políticas que no pudieron hasta ahora solucionar todo este panorama, es imperante ante la desesperanza para el futuro de nuestros jóvenes, sobre todo en los barrios vulnerados, pero también independientemente del poder adquisitivo de las familias.