PARTICIPAN 28 EQUIPOS MASCULINOS Y 12 FEMENINOS
Surgió en el año 2003 y tras la suspensión por Covid en 2020, retorna este año a Sacramento, Estados Unidos, del 8 al 15 de julio. Hecho Club Social, la ONG que busca reinsertar en la sociedad a las personas en situación de calle, tiene a su cargo a las representaciones argentinas.
Sacramento, Estados Unidos. Fecha de inauguración: 8 de julio. Fecha de clausura: 15 de julio. En esa sede y entre ese lapso se volverá a jugar el mundial para las personas sin hogar, tras 2 años de suspensión por Covid. El torneo se divide en dos modalidades: campeonato masculino y femenino. Por el lado de los varones, la ronda clasificatoria estará compuesta por 28 equipos, de 4 grupos de 7 selecciones. Y en cuanto a las mujeres, serán de 12 equipos, divididos en 4 grupos de 3 selecciones.
Los encuentros del torneo tendrán lugar en la Universidad Estatal de Sacramento. Evento que será dirigido por la organización Street Soccer USA. Una organización sin fines de lucro, que se creó en 2004, y se transformó en socio oficial del Homeless World Cup en 2005, proporcionando al campeonato, futbolistas estadounidenses – en situación de calle – hasta la actualidad. Pero con la singularidad, de que en este 2023, no sólo seguirá siendo proveedor de jugadores sin hogar para que compitan por el Homeless World Cup, sino que, por primera vez, será anfitrión de este acontecimiento deportivo, que cumple su edición número 18. Edición que albergará en la instalación universitaria de Sacramento, a países como Brasil, Alemania, Francia, Portugal, Italia y México, el último campeón de 2019, en Cardiff, Gales – tanto en la competencia masculina como femenina –.
El torneo tiene dos particularidades. La primera es de índole reglamentario: los partidos son de 3 vs 3 y de dos tiempos, de 7 minutos cada uno. La segunda subvierte la idea resultadista del deporte, ya que los últimos tres del grupo clasifican para jugar por copas alternativas, sin ser eliminados. Esta última regla, es vista como una virtud por Sergio Rotman, coordinador de la selección argentina para las personas sin vivienda. Ya que incentiva a cumplir con los dos principales principios del Homeless World Cup. Uno de ellos, es el juego limpio. “El mundial para nosotros es un paso más para el desarrollo de las personas. Recuerdo que en Polonia 2013, nuestro equipo femenino jugaba contra EEUU. Cobraron un penal irreal a favor nuestro. La capitana me miró y con la mirada supo qué debía hacer: cederle la pelota a la arquera rival. Este nuevo formato va a ayudar al Fair Play”, sostiene Rotman, quien agrega que el segundo principio es forjar camaradería a través del intercambio cultural. “La idea es respaldar cada vez más la amistad y sus puentes. Se me viene a la mente una, entre un peruano, un hindú y un sudafricano. Ellos nos decían que vivir en la calle los había unido en corazón, sin importar los impedimentos idiomáticos. A eso aspiramos”, resalta.
Sergio tiene 57 años y dos títulos universitarios en el lomo. Se graduó en la UBA como Contador Público en 1992 y como Licenciado en Administración en 1994. En el año 2004, encabezó la inauguración del taller de fútbol en el Polideportivo Martín Fierro, en calle Oruro, Barrio Balvanera, transformándose así, en coordinador de dicho taller. Por ese entonces, y en ese espacio, el equipo argentino empezaba a entrenar para competir por el Homeless World Cup. Recorriendo su trayectoria deportiva, también se desempeña como entrenador de Hockey de la categoría B de Quilmes. Función que ejerce desde 1983. Además, es docente. Fue auxiliar de Marketing en Ciencias Económicas y Ciencias Sociales en la UBA, y actualmente, dicta la materia de Desarrollo de Microemprendimientos en la escuela secundaria CENS N°456, en Florencio Varela.
Los valores que intenta transmitir el Homeless World Cup, se entrecruzan con la preparación competitiva de las selecciones que pretenden llegar al campeonato mundial en las mejores condiciones deportivas. Para ello, el equipo argentino se entrena en San Telmo. En el club Unión y Juventud de Beccar. Apodado “El Repollero”. Ahí se encuentra Rotman, en la típica cancha de baldosa de Papi Fútbol, con su silbato y formando una ronda. Los futbolistas son notificados sobre quiénes serán los seleccionados para viajar a Sacramento. Proceso de selección, que es usado como instrumento para persuadir a las personas a que hallen una salida de la calle. “Ir al Homeless es una recompensa. Hay que ganárselo. Ese premio lo utilizamos para que los chicos tengan una motivación y cambien sus vidas. Si consiguen ese cambio serán retribuidos con ir al mundial. Eso los empuja a dar su mejor versión”, puntualiza el director del taller de fútbol.
La ronda está conformada por nueve jugadores. De los nueve, ocho fueron seleccionados. Rotman me brinda cada uno de sus nombres y me traslada que solamente los identifique con sus nombres de pila: Juan Ignacio, Braulio, Jonathan.L, Jonathan.M, Jonathan.E, Matías, Leandro, Alejandro y Alan. De repente este último se me acerca. Su rostro tiene una historia. Tiene 26 años y proviene del Barrio La Cava. De familia numerosa, convive con sus padres y 5 hermanos. A edad temprana – a los 15 años – comenzó a trabajar para obtener materiales de estudio y finalizar el secundario. Sin embargo, al graduarse, los problemas intrafamiliares dificultaron su continuidad educativa. “Las peleas de mis papás, sus separaciones, no me ayudaron a concentrarme en el estudio”, dice Alan, quien agrega que, por fuera del seno familiar, acontecía una problemática que también dificultaba su constancia dentro del sector educativo: el tráfico de drogas en La Cava. “No me daban ganas de estudiar porque estaba en la calle y me juntaba con gente más grande que estaba metida en la droga y me llamaba más la atención eso que la escuela”, sostiene. Frente a este escenario, se embarcó para encontrar una salida que lo alejara del conflicto doméstico y barrial. Salida que alcanzó en el año 2015, cuando conoció el taller de fútbol y descubrió en el deporte un refugio como hecho lúdico. “El taller me permitió ver otro panorama: divertirme con la pelota y olvidarme por un rato de los quilombos que vivía”, expresa.
Durante su relato, Alan menciona que cuando no está en el taller, trabaja como pizzero en una pizzería recibiendo unas changas. En Pizzería Arias. Barrio Martínez. Que le demanda 8 horas de trabajo. Más precisamente, de las cuatro de la tarde a las doce de la noche. Tiempo laboral que condiciona, no sólo a él, sino también a los demás integrantes del conjunto argentino, al cumplimiento del horario y los días de entrenamiento programados por el taller de fútbol, y, por consiguiente, al funcionamiento como equipo para disputar el Homeless World Cup.
Mas ande otro criollo pasa Martín Fierro ha de pasar, Nada la hace recular Ni las fantasmas lo espantan; Y dende que todos cantan Yo también quiero cantar.
FUENTE: elDiarioAr