Alerta: la producción de plástico se dispara en todo el mundo y da oxígeno a la industria de los combustibles fósiles

En Bélgica se construye la mayor planta petroquímica europea en 30 años, destinada a la producción de la materia prima del plástico: es parte de un nuevo ‘boom’ global que tiene detrás a los gigantes de la industria del gas y el petróleo.

En el corazón de Europa, a menos de una hora en auto de Bruselas, se está construyendo la mayor planta petroquímica europea en 30 años, que hizo sonar todas las alarmas de los grupos ecologistas y ambientalistas del continente y a nivel global. De allí saldrán, si se cumple el proyecto de la multinacional Ineos, un millón y medio de toneladas de etileno al año, materia prima fundamental para fabricar plástico.

La imagen vía satélite del lugar donde este gigante pondrá sus cimientos no es paradisiaca. Está a orillas del río Scheldt en lo que es ya un complejo industrial junto al puerto de la ciudad belga de Amberes. Empresas como 3M o la petrolera Total Energies ya lo contaminaron en el pasado, pero la polución que genere la nueva industria, según señalan los movimientos ambientalistas, va mucho más allá de los negativos impactos locales, pues hay que sumar los millones de objetos y envases de plástico que saldrán de allí para perdurar durante décadas.

En este proyecto, Ineos, que pertenece al multimillonario británico Sir Jim Ratcliffe, tiene previsto invertir entre 3.000 y 4.000 millones de euros, una cantidad con la que busca que Europa recupere un papel protagonista entre los mayores productores petroquímicos del planeta a partir de 2026, cuando estará operativa. Nathalie Meert, portavoz oficial de la empresa, apunta que se eligió Amberes por ser un buen lugar para recibir el etano de Estados Unidos –casi todo procedente del fracking– por su gran puerto, así como para exportar el etileno resultante por los oleoductos que ya existen. “Esto fortalece el papel del puerto de Amberes como el clúster químico más grande de Europa; se apoya la autonomía estratégica de Europa para su industria básica, es decir, no depender de las importaciones de productos químicos básicos”, asegura Meert.

La inquietud desde un punto de vista ambiental es que el proyecto se convierta en una “bomba de carbono”. Hasta 13 organizaciones ambientales europeas acusan a la empresa de incumplir las regulaciones ambientales comunitarias. Tatiana Luján, abogada de Client Earth, incide: “Producirá un etileno que ya sobra en el mercado y es barato, así que al final se utilizará para plásticos desechablesEse carbono acabará en la atmósfera en 15 años porque la mayoría acaba siendo incinerado”. Dirk Holemasn, del think thank belga Oikos, hace hincapié en el suministro de gas etano americano: “Tenemos que eliminar ese gas tan pronto como sea posible porque representa lo peor de los combustibles fósiles: fugas de metano, contaminación del agua, desechos tóxicos mal manejados, problemas de salud para los trabajadores y residentes locales”.

En todo caso, el proyecto de Ineos en Europa no es único. La organización Center for International of Environmental Law, que reúne a abogados y expertos en temas ambientales, tiene un exhaustivo informe en el que se refleja cómo el aumento de la producción de plástico se dispara en todo el mundo. El propio Consejo Químico Americano calculó que solo en Estados Unidos hay previstas inversiones por valor de 146.000 millones de euros para 256 nuevas industrias o ampliaciones para producción de etileno y propileno, que son las bases de los plásticos. Texas es uno de los paraísos del negocioDow Chemical acabó recientemente una planta que costó 5.300 millones de euros; Occidental Petroleum inauguraba otra gran industria de otros 1.300 millones; también se planifican en Ohio, Dakota del Norte, y Virginia. Shell inauguró en Pensilvania en noviembre de 2022 una gran planta de pellets de plástico que ya fue denunciada; la empresa tuvo que pagar una multa por exceso de contaminación del aire, pese a que aseguraba en su web que sería ambientalmente responsable.

A esta expansión americana se suma la asiática. China hace ya tiempo que es el gran productor de plástico del planeta, con cerca de 100 millones de toneladas anuales, pero está lejos de echar el freno, tiene en marcha una veintena de petroquímicas nuevas. De hecho, la organización Center for International Environmental Law recoge en su investigación que los chinos esperan aumentar un 6,9% esa producción hasta 2025, lo que requiere ampliar mercados del plástico a Vietnam, Sudáfrica o Turquía, una oferta creciente que provoca que baje el precio. El tercer gran foco productor es Oriente Medio y el Golfo Pérsico, grandes proveedores de petróleo y gas que se asocian con compañías de EEUU y China.

Con este panorama, es más que probable que los datos globales de plásticos que se actualizan cada año pronto se queden viejos. Según la OCDE, en el mundo había casi 460 millones de toneladas de plásticos en 2021, de los que se estima que apenas un 6% procedían de otros reciclados. De esa inmensa cantidad, 139 millones (más de un tercio) eran de un solo uso. “Si es barato ¿por qué no usar y tirar?”, se preguntan desde Client Earth. Se trata de tirar sin control en océanos y mares, que acumulan ya más de 30 millones de toneladas, a las que sumar otros 109 millones en los ríos; o en vertederos (50%) o a las incineradoras (19%).

La conexión entre el sector petroquímico y las finanzas

Otro punto importante sobre el negocio es que no se trata solo de inversiones de empresas privadas, sino también de bancos centrales y semipúblicos de países industrializados y emergentes que garantizan la viabilidad de estas industrias contaminantes. Una reciente investigación de la Universidad de Lund (Suecia), reveló estas conexiones entre el sector petroquímico y las finanzas. Por ejemplo, que el Banco Central Europeo compró bonos del sector por un valor de entre 14.000 y 15.000 millones de euros. También que agencias nacionales dieron ayudas a la exportación de plásticos por otros 21.000 millones entre 2000 y 2021. Y lo mismo cabe decir de instituciones multilaterales: solo entre el International Finance Corporation (del grupo del Banco Mundial), el Banco Europeo de Inversiones y el Banco Asiático de Desarrollo otorgaron más casi 900 millones de euros en avales.

El abogado colombiano Andrés del Castillo, que trabaja desde Suiza para Center for International Environmental Law, denuncia la incongruencia de esta financiación a un sector “inmerso en un crecimiento perpetuo y sin control”. “Las farmacéuticas no pueden poner en el mercado cualquier producto, pero las químicas sí lo hacen, pese a que se sabe ya que el plástico lleva tóxicos dañinos para la salud humana, sin olvidar los impactos ambientalesEs terrible que aún se inviertan a nivel global 30.000 millones en fabricar etileno, que se hace con petróleo y gas”, denuncia.

Del Castillo recuerda que “buena parte del gas ruso se usaba en la UE para producir este material, además de energía, aunque no se habla de ello”. En concreto, se destinaba al sector el 8% del gas y el 9% del petróleo que llegaba a la Unión Europea de Rusia antes de la guerra en Ucrania. “Lo que hay que hacer es reducir el consumo, no aumentarlo, porque solo así disminuirá la dependencia energética europea, pero se va en camino contrario”, insiste.

“Es imprescindible un tratado global como el que defendemos desde hace años y que va muy lento”, señala el abogado del Castillo, que estuvo en el primer paso importante para conseguirlo, en el encuentro de la ONU en Nairobi (Kenia) en 2022. Pero después se avanzó poco hasta la última reunión de París, celebrada a comienzos de junio de este año. En la capital francesa se concretó que se debía incluir todo el ciclo de vida del plástico, y no solo sus residuos contaminantes. “Fue un paso muy importante. Nadie quiere plásticos en la sangre, pero luego entra la geopolítica en juego, todo se complica. La UE es favorable a un tratado vinculante, aunque se quiere aprobar por consenso, no por votos. Con un veto ya sería imposible sacarlo adelante. Lo más urgente es hacer desde ya una moratoria del aumento de la producción, no dar permisos a nuevas plantas en ningún país, porque ya producimos demasiado y será difícil su gestión”, añade el abogado.

Este septiembre, de nuevo en Nairobi, se espera ver un primer borrador de ese futuro documento. Andrés del Castillo apunta a una paradoja: “Es el momento de pasar a negociar. No sirve de nada que haya más autos eléctricos si luego tenemos más y más plástico que no somos capaces de gestionar de forma adecuada”.

FUENTE: EL DIARIO AR

Relacionadas

Next Post