Las reservas de San Guillermo y Laguna Brava están protegidas por normativas nacionales e internacionales. Pero, con el visto bueno de los gobiernos, las empresas mineras de litio y cobre avanzan sobre territorios y poblaciones. Una crónica colectiva de una visita a dos áreas invadidas por el extractivismo.
Por Carina Jofré, Claudio Revuelta, Patricia Dreidemie y Guido Altamira*
Desde San Juan y La Rioja
En la Reserva de Biósfera San Guillermo (San Juan) y en la Reserva Provincial Laguna Brava (La Rioja) se observa la multiplicación de las instalaciones de proyectos mineros, de cobre y litio, a la par de un alarmante deceso de guanacos, vicuñas y flamencos. Aunque se trata de lugares protegidos por legislaciones provinciales, nacionales y convenios internacionales, actualmente son “zonas vulneradas” por el intenso tráfico de vehículos 4×4 y camiones de transporte pesado que surcan huellas para los proyectos mineros.
El derrotero por áreas protegidas cercadas por las actividades mineras
El Parque Nacional San Guillermo, la zona núcleo de la Reserva de Biósfera homónima y la Reserva Laguna Brava —ubicadas en jurisdicción de San Juan y La Rioja, respectivamente— están rodeadas de exploraciones y explotaciones de minería a gran escala. Debido al actual “boom” representado por las exploraciones de litio y cobre en el mundo, el área se ha convertido en una “zona extractiva” de gran atracción para capitales mineros.
Normalmente el ingreso al Parque Nacional San Guillermo se realiza remontando la Ruta Provincial 430, pasando los poblados de Angualasto, Malimán y El Chinguillo, hasta el sitio incaico de Alcaparrosa, desde donde se accede al Parque. Pero el mal estado de los caminos, por las crecidas de los ríos durante el verano, hizo necesario modificar el itinerario, accediendo por la La Rioja, a la altura de la Reserva Laguna Brava.
Para llegar al destino planificado hubo que dirigirse hasta el pequeño y bondadoso pueblo de Alto Jagüé, en el departamento de Vinchina, no sin antes pasar por la ciudad de Villa Unión, donde los grafitis y pintadas realizadas por la Asamblea Takú en defensa del agua y del bosque nativo, anticipaban un territorio en lucha.
Don Juan Urriche, en el pueblo de Alto Jagüé, ofreció hospedaje y comida. El caserío y sus potreros son el último lugar habitado antes de ingresar a la Reserva Laguna Brava. Guarda un encanto particular con sus casas sobre una sola calle-río, sus tres iglesias, su molino histórico y sus murales —ajados ya por la intemperie de sol y viento— en homenaje a la afamada novela de Daniel Moyano “Tres golpes de Timbal”.
Luego de Jagüé se abre paso la Cordillera de Los Andes.
Otra opción para llegar a destino hubiera sido tomar la Ruta Nacional 40 y acceder desde la localidad de Guandacol por el camino del Zapallar. Sin embargo, como alertó previamente Guido Altamira, ese camino se encuentra controlado por el intenso tráfico de los vehículos de tracción pesada que llevan al proyecto minero de cobre Josemaría (ubicado en San Juan) y propiedad de la empresa canadiense Lundin Mining, y también por los vehículos de la empresa minera estatal riojana Kallpa Sapem, que explora reservorios de litio en las Salinas del Leoncito (dentro de la Reserva Laguna Brava).
Una vez que se sale de Jagüé y se adentra en la Reserva de Laguna Brava desde el paraje Santo Domingo, remontando hacia el oeste, es posible ver el intenso tráfico vehicular de la actividad minera en la zona. En la intersección del puesto de control de “La Majadita”, donde hay un módulo de Medioambiente del gobierno de San Juan, los carteles exigen a los visitantes los cuidados y responsabilidades compartidas sobre “el cuidado del medioambiente”. Allí, los eufemismos y la hipocresía están a la orden del día.
NOTA COMPLETA EN: La megaminería avanza sobre parques nacionales y áreas protegidas de San Juan y La Rioja – Agencia de Noticias Tierra Viva (agenciatierraviva.com.ar)
PD: Contiene fotografías con imágenes bellísimas.